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La historia del primer coche en Portugal.

El primer automóvil llegó a Portugal a finales de 1895, pasando por varias aventuras y siendo protagonista, en su primer viaje, del primer accidente de tráfico. En apenas unos años hubo un enorme crecimiento en la importación de estos vehículos y el deporte del motor, desde temprana edad, cautivó tanto a la realeza como a varias figuras importantes del país.

 

D. Jorge de Sousa Feio fue un rico terrateniente alentejano, propietario de tierras en Portalegre, Beja, Ferreira, Santiago do Cacém, Messejana, Ourique, Mértola, Almodôvar y Castro Verde. Su presencia política se hizo notar y el 29 de octubre de 1891 fue nombrado IV Conde de Avilez por el rey D. Carlos.

 

Con varias conexiones y amistades en París, D. Jorge de Avilez comenzó a tener contacto con el mundo del automóvil, llamándole la atención un modelo de Panhard et Levassor (Peugeot), que en aquel año de 1895 había ganado el concurso “París-Burdeos”. carrera. -París". En este evento, la marca demostró su superioridad tecnológica sobre sus competidores, ya que su motor de combustión superó ampliamente a los motores eléctricos y de vapor de sus competidores.

 

Fue entonces, en septiembre de 1895, cuando el Conde de Avilez adquirió su coche de segunda mano, Panhard et Levassor, con parabrisas y techo desmontable, que llegó a Lisboa en octubre siguiente. Meses antes deste acontecimento tinha sido importado o primeiro veículo com motor a combustão para Portugal, uma bicicleta, opção que o conde não considerou devido à agilidade necessária para a guiar, que este já não teria devido à tuberculose, doença que o viria a matar seis años después.

 

El transporte del Panhard a Lisboa no está documentado por falta de documentos aduaneros en el año de su llegada a Portugal, sin embargo, la hipótesis más aceptada es que se realizó por barco. Cuando el coche llegó a la aduana de Lisboa, fue una novedad para todos, quienes se llenaron de dudas sobre la clasificación de la mercancía. Este problema se superó y los coches que llegaron posteriormente a Portugal ya tenían clasificación y además un alto impuesto aduanero.

 

Fue el 12 de octubre de 1895 cuando las mercancías del conde fueron despachadas y transportadas por el Conde de Avilez, inicialmente al taller de un amigo en Lisboa. Este fue el momento en que comenzaron las aventuras. La tarea de arrancar el coche, que debería haber sido sencilla incluso teniendo en cuenta las características de los motores de la época, se volvió bastante complicada. El aceite colocado en el tanque no permitió que el vehículo arrancara y sólo al percatarse que el vehículo funcionaba con gasolina se inició el viaje. Según fuentes de la época, el miedo del conde y del ingeniero a que el motor explotara con gasolina era tan grande que tuvieron que pedirle a un chico de la calle que lo entregara. Afortunadamente, el niño se encontraba bien y logró poner en marcha la máquina.

 

A partir de ese momento, el objetivo era llevar el coche y sus ocupantes desde Lisboa hasta Santiago do Cacém, entonces conocida como “S. Thiago”, lo cual no fue tarea fácil. Todavía no había puentes sobre el Tajo y la velocidad máxima del Panhard et Levassor era de 15 km/h, en buenas carreteras, lo que no ocurría en las carreteras de Portugal en aquella época.

 

El 14 de octubre de 1895, el conde, sus amigos y el vehículo cruzaron el río hasta la orilla sur de Lisboa en barco, llamando la atención de todos los que pasaban, que veían un carro moverse sin los caballos. La llegada a Santiago do Cacém se produjo sólo 2 días después, motivada también por el que puede considerarse el primer accidente automovilístico en Portugal.

 

Fue en Palmela donde los ocupantes del vehículo se vieron obligados a pasar la noche al ser atropellados por un burro, lo que motivó a D. Jorge de Avilez a pagar una indemnización a su propietario. La gente de aquel pueblo quedó perpleja y el asunto estuvo discutido entre ellos durante mucho tiempo.

 

A pesar de varios contratiempos, el conde llegó a Santiago do Cacém en la madrugada del 16 de octubre y no perdió tiempo en mostrar a todos su nueva adquisición. En los días siguientes realizó varios viajes a tierras vecinas y la población incluso encontró un apodo para el auto, la “gasolina”.

 

En los años restantes del siglo XIX, se importaron a Portugal algunos coches más, incluidos unos 4 Peugeot, algunos triciclos y otros con motor de vapor.

 

Poco a poco el negocio, que inicialmente carecía de complicados procesos de importación directamente del productor, pasó a contar con empresas portuguesas dedicadas exclusivamente a la venta de automóviles, aunque no tuvieron respuesta en toda la cadena de venta, especialmente en la posventa.

 

La familia real también contribuyó en gran medida a que el mercado del automóvil se afianzara tan rápidamente en Portugal. El Infante D. Afonso, hermano del Rey D. Carlos, era un aficionado a los automóviles y había comprado varios. Su relación con este medio de transporte fue tan grande que su apodo pasó a ser “Arreda”, por decir tantas veces esta palabra mientras conduce.

 

El primer coche que se compró para la casa real fue también un Panhard et Levassor, en 1898. Años más tarde, el deporte del motor empezó a arraigar en Portugal, siendo la mayoría de eventos patrocinados por el Rey. En 1903, nació el “Real Automóvel Club de Portugal”, teniendo como uno de sus fundadores al mismísimo Rey D. Carlos I y después de más de 100 años aún existe, perdiendo la denominación de “Real” con la implantación de la república.


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